El 24 de diciembre de 2020, José María Ramos (26 años) iba camino a encontrarse con su madre, Graciela Ramos, de 58 años, para acompañarla al comedor donde almorzarían y luego pasarían la Nochebuena. Madre e hijo vivían en una galería de un ex galpón ferroviario convertido en centro cultural, en la esquina de Marco Avellaneda y Córdoba. Cuando el joven llegó al lugar donde pernoctaban encontró a su madre muerta y semi desnuda. La habían asesinado de un golpe en la cabeza.
Desesperado, Ramos corrió por calle Marco Avellaneda hasta que encontró a dos motoristas que informaron del caso al 911 y al 107. Los médicos confirmaron el deceso de la mujer.
La noche anterior José María había estado en casa de Edgardo Maximiliano Monasterio (30 años), quien solía cuidar autos en esa esquina. Ramos contó que se durmió en un momento y que cuando despertó su amigo seguía en el lugar.
Cuando comenzó la investigación, Monasterio se ofreció como testigo. Colaboró al personal policial y de la Fiscalía de Homicidios I con el reconocimiento de la escena del crimen. Además fue junto a Ramos quien impulsó la teoría de que los autores del brutal crimen podían haber sido dos cartoneros que habitaban otro galpón de la zona, con quienes José María mantenía una enemistad.
Basándose en esa primera teoría, Franco Sebastián Figueroa, de 28 años, y Sergio Gustavo Bazán, de 38, fueron rápidamente detenidos. Recibieron la prisión preventiva por seis meses pero fueron liberados antes de ese plazo, cuando los resultados de las pericias de ADN mostraron que no habrían tenido nada que ver en el hecho. Así, la investigación volvió prácticamente a foja cero.
A mediados de este año, el fiscal de Homicidios I, Ignacio López Bustos, comenzó a investigar al entorno cercano la víctima. Así, se extrajo una muestra de ADN de Monasterio para que fuera cotejada. Cuando el resultado llegó consiguieron una prueba para sostener que el cuidacoches sería el autor del hecho, pero cuando la Policía fue a buscarlo no lo encontró en los lugares que frecuentaba. Semanas más tarde, Monasterio fue hallado cuidando vehículos en Paso de Los Andes primera cuadra, cerca del parque Avellaneda. Quedó detenido y fue imputado por el femicidio.
“En el lugar del hecho había un ladrillo donde quedaron rastros de ADN del imputado. También los había en el cuerpo de la víctima. Mediante pericias pudimos cotejar la identidad del autor”, señaló López Bustos, que consideró que el acusado podría haber cometido el crimen para ocultar un abuso sexual. El fiscal agregó que: “el imputado era ‘trapito’ en la calle donde ocurrió el hecho. Algo que dificultó la investigación fue que era un amigo de la familia y que en su momento salió como testigo del hecho. Eso complicó la pesquisa, pero este ministerio avanzó con las demás líneas de investigación y gracias a eso hoy tenemos a esta persona detenida”.